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Entre la cuarentena y yo

Yaddi Lorena Mora Losada

Grado 1103 JM.

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¡Oh! ¡Qué terrible cuarentena! dije yo el día en que me di cuenta de que estaba en total encierro en mi cuarto. Muchas personas, y hasta en la televisión, decían que este era el momento para pasar tiempo de calidad en familia, pero en mi caso era diferente. ¿Por qué? Porque en casa todo seguía igual, con la única diferencia de que me podía levantar tarde. 


Al comienzo de esta nueva etapa, cuando todos tienen que estar en sus hogares, esto significa: no colegio y no trabajo. Pensé que era una maravillosa experiencia, podía dormir todo lo que quisiera y no preocuparme por talleres ni tareas por entregar. Pero pasaron las semanas y no encontraba qué hacer, y no me refiero a cualquier cosa sino a algo que en realidad me gustara. Después comencé a extrañar lo que era pasar tiempo con mis amigas, madrugar y llegar tarde a la casa (a causa de la prácticas que realizaba del SENA), hacer tareas a último momento, acostarme rendida y madrugar al siguiente día: esta era mi rutina, muy aburrida y algunas veces un poco estresante, pero mi mente se mantenía ocupada restándole importancia a los demás estados emocionales que me caracterizan, como son la depresión y la falta de positivismo. Pero al no encontrar qué hacer sin salir de mi habitación era obvio que entraría en depresión, todo me molestaba y comencé a odiarme, pero no sabía el por qué, quizá la razón era por todo y al mismo tiempo por nada. Mi depresión provocó que no quisiera hablar con nadie, incluidos los que vivían conmigo. Pensaba que no era necesario hacerlo y así de fácil fue pasar de ser una joven sin preocupaciones que dormía hasta tarde, a convertirme en una joven con depresión que no quería salir de su cuarto.


 Quise cambiar mi estado de ánimo porque sabía que no me estaba haciendo nada bien, quería dejar de sentir que era nadie. Fue ahí donde decidí salir de mi escondite y comenzar a hacer galletas. El primer intento fue horroroso, lo admito, pero como era la primera vez en mi vida que lo intentaba no me desanimé y preferí hacerlas de nuevo, pero esta vez modificando un poco la receta. Las hice y me encantaron, eso me demostró que cuando tenemos un objetivo fijo y un poco de positivismo las cosas pueden salir bien, y hasta mejor de lo que uno se puede imaginar. 


Me alegró saber que íbamos a continuar las clases por medio de videoconferencia. Mi emoción no duró mucho ¡era más estresante que hacerlas presenciales! pues es necesaria mucha responsabilidad y autonomía si quiero pasar el año ¡Vaya, el último año escolar! Año que pensaba lo iba a aprovechar con todas mis fuerzas. En realidad, será muy triste recordarlo dos o tres años más adelante, y no poder contar lo maravilloso que pudo haber sido si no hubiéramos estado en la mitad de una pandemia por culpa de un virus llamado COVID-19 ¡Te odio coronavirus! En fin, he aquí todos los estados emocionales que pasé y pasaré en esta cuarentena. El cómo los podré superar será un continuará... 

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